La conserva de guayaba: El secreto para hacer esta receta es levantarse muy temprano, como lo hacía mi Nina Tacha, aún recuerdo el sonido suave de sus zapatitos que venían desde su cocina atravesando el piso hecho de tablas de madera, pasaban por la gran recámara a media luz y llegaban hasta un pequeño cuartito que precedía el corral, ahí donde estaba el molino, entonces ella desaparecía y despues el sonido de sus zapatitos se desvanecía, de repente ya estaba en el corral recogiendo guayadas.
La conserva de mi bisabuela, a quien siempre llamamos “Nina Tacha” por Anastacia, era especial y resta inolvidable, ella la preparaba con las guayabas que abandonaban los árboles durante la noche, sonsacadas por el viento, esas guayabas rosas, amarillas, cafecitas y nunca verdes. Mi Nina Tacha cocinaba la conserva en su fogón de leña, le ponía azucar morena de la tienda de Don Rafael, de esa que venía directita del ingenio y que don Rafael le envolvía en conos hechos de papel estraza. Todos estos particulares y sobre todos sus manos delicadas, pequeñas y sabias convertían esas guayabas en una dulce conserva que aún evoco cada que percibo el olor de una guayaba.
Coincidir en su vida y en su cocina fue una gran fortuna, fui una expectadora en su cocina llena de plantas y sin ventanas, yo la veía a ella, veía su lavadero de piedra, su fogón, su balanza con pesas, sus tambos de donde sacaba agua a jicaradas para lavar los platos, su barril de tepache en preparación, sus platos y tacitas bien acomodados como juego de té en un trinchador, sus dos cántaros de agua que llenaba cada que pasaba el señor aguador en su burro.
Recuerdo la olla y la cuchara de peltre azul con puntitos negros, esa olla con agarradera y un poco despostillada y ahumada, esa ollita de donde emanaban los olores a guayabas, los humos que se iban libres pasando por los arcos de piedra, los colores blancastros que te anunciaban una cosa: se acercaba la dulce hora de la merienda.
Valía la pena la espera que iniciaba al amanecer, cuando primero el gallo cantaba y despues las gallinas se acercaban a comer maíz recién molido por mi bisabuela, depués las guayabas venían cocinadas y cuando las gallinas se subían a los palos de los guayabos, entonces iniciaba el ritual, un platito de conserva recién hecha con un vaso de leche fresca, de esa que le traían recién ordeñada de sus vacas, la gringa, la mulata, la espada, la venada, la sevillana, la cubana y las otras.
No volveré a probar esa conserva, pero me basta oir un gallo cantar, el alboroto de unas gallinas cuando el maíz cae en la tierra, el olor de una guayaba, o hasta un día como hoy y un poquito de esfuerzo para imaginarla a ella, imaginar su trenza blanca infinita, su vestido de flores con la falda que caía sobre sus medias que llevaba por arribita de la rodilla, y sus manitas, una con la cuchara de peltre y la otra con un plato, donde mi Nina Tacha me servía una rica y especial conserva de guayaba.
¿La receta de la conserva de guayaba?
Lava las guayabas, córtalas en padazos medianos, pónlas en una olla con azúcuar y piloncillo si lo deseas, el peso del piloncillo y azúcar serán el 50 por ciento más o menos del peso de las guayabas, cocina a fuego alto por los primeros 20/30 minutos y el resto del tiempo a fuego bajo con la olla tapada por alrededor de 1 hora o 1 hora y media moviendo con una cuchara de manera, la conserva estará lista cuando pasando la cuchara logres ver el fondo de la olla. Deja enfriar y disfruta.
Increíble tu reseña Emis lo había olvidado un poco y me hiciste retroceder 😍😍😍😍😍
Muchas gracias!!!!
Una excelente prosa para honrar los recuerdos de la infancia, las recetas de nuestras ancestras… y sobre todo el AMOR que envolvían aquellas conservas de la bisabuela….